NUESTRA SEÑORA DE LAS TRES AVEMARÍAS

NUESTRA SEÑORA DE LAS TRES AVEMARÍAS
Modo de practicar esta devoción: Todos los días, rezar lo siguiente: ¡María, Madre mía; líbrame de caer en pecado mortal! 1- Por el Poder que te concedió el Padre Eterno. (rezar un Avemaría) 2- Por la Sabiduría que te concedió el Hijo. (rezar un Avemaría) 3- Por el Amor que te concedió el Espíritu Santo. (rezar un Avemaría) Fue la misma Santísima Virgen la que dijo a Santa Gertrudis que "quien la venerase en su relación con la Beatísima Trinidad, experimentaría el poder que le ha comunicado la Omnipotencia del Padre como Madre de Dios; admiraría los ingeniosos medios que le inspira la sabiduría del Hijo para la salvación de los hombres, y contemplaría la ardiente caridad encendida en su corazón por el Espíritu Santo". Refiriéndose a todo aquel que la haya invocado diariamente conmemorando el poder, la sabiduría y el amor que le fueron comunicados por la Augusta Trinidad, dijo María a Santa Gertrudis que, "a la hora de su muerte me mostraré a él con el brillo de una belleza tan grande, que mi vista le consolará y le comunicará las alegrías celestiales".

domingo, 17 de febrero de 2008

LA SANTÍSIMA TRINIDAD

Cántico: DAME SEÑOR, LA SABIDURÍA Sb 9, 1-6.9-11
***
Dios de los padres y Señor de la misericordia,
que con tu palabra hiciste todas las cosas,
y en tu sabiduría formaste al hombre,
para que dominase sobre tus creaturas,
y para que rigiese el mundo con santidad y justicia
y lo gobernase con rectitud de corazón.
***
Dame la sabiduría asistente de tu trono
y no me excluyas del número de tus siervos,
porque siervo tuyo soy, hijo de tu sierva,
hombre débil y de pocos años,
demasiado pequeño para conocer el juicio y las leyes.
***
Pues aunque uno sea perfecto
entre los hijos de los hombres,
sin la sabiduría, que procede de ti,
será estimado en nada.
***
Contigo está la sabiduría conocedora de tus obras,
que te asistió cuando hacías el mundo,
y que sabe lo que es grato a tus ojos
y lo que es recto según tus preceptos.
***
Mándala de tus santos cielos
y de tu trono de gloria envíala
para que me asista en mis trabajos
y venga yo a saber lo que te es grato.
***
Porque ella conoce y entiende todas las cosas,
y me guiará prudentemente en mis obras,
y me guardará en su esplendor.
***
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
***
Ant. Mándame tu sabiduría, Señor, para que me asista en mis trabajos.


Monasterio de la Santísima Trinidad es una comunidad monástica masculina bajo los auspicios del Sínodo de los Obispos de la Iglesia Ortodoxa Rusa en el Extranjero.




Iglesia Ortodoxa Rusa de la Santísima Trinidad Obra del Arq. Mihail
Preobrazensky. Ya en nuestro país el proyecto original es re-elaborado por el Arq. Alejandro Christophersen. Su construcción concluye en 1904. El lenguaje arquitectónico recrea elementos característicos de la arquitectura moscovita del siglo XVII.




Bella estampa cuajada de nieve, en este hermoso Templo Ortodoxo, de la Santísima Trinidad.






lunes, 11 de febrero de 2008

SANTÍSIMA TRINIDAD



SANTÍSIMA TRINIDAD
SÍMBOLO ATANASIANO

Antífona
Gloria a Ti, Trinidad igual, única Deidad, antes de los siglos, y ahora, y siempre (T. P. Aleluya).

1. Todo el que quiera salvarse, es preciso ante todo que profese la fe católica:
2. Pues quien no la observe íntegra y sin tacha, sin duda alguna perecerá eternamente.
3. Y ésta es la fe católica: que veneremos a un solo Dios en la Trinidad Santísima y a la Trinidad en la unidad.
4. Sin confundir las personas, ni separar la substancia.
5. Porque una es la persona del Padre, otra la del Hijo y otra la del Espíritu Santo.
6. Pero el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son una sola divinidad, les corresponde igual gloria y majestad eterna.
7. Cual es el Padre, tal es el Hijo, tal el Espíritu Santo.
8. Increado el Padre, increado el Hijo, increado el Espíritu Santo.
9. Inmenso el Padre, inmenso el Hijo, inmenso el Espíritu Santo.
10. Eterno el Padre, eterno el Hijo, eterno el Espíritu Santo.
11. Y sin embargo no son tres eternos, sino un solo eterno.
12. De la misma manera, no tres increados, ni tres inmensos, sino un increado y un inmenso.
13. Igualmente omnipotente el Padre, omnipotente el Hijo, omnipotente el Espíritu Santo.
14. Y, sin embargo, no tres omnipotentes, sino un omnipotente.
15. Del mismo modo, el Padre es Dios, el Hijo es Dios, el Espíritu Santo es Dios.
16. Y, sin embargo, no son tres Dioses, sino un solo Dios.
17. Así el Padre es Señor, el Hijo es Señor, el Espíritu Santo es Señor.
18. Y, sin embargo, no son tres Señores, sino un solo Señor.
19. Porque así como la verdad cristiana nos obliga a creer que cada persona es Dios y Señor, la religión católica nos prohibe que hablemos de tres Dioses o Señores.
20. El Padre no ha sido hecho por nadie, ni creado, ni engendrado.
21. El Hijo procede solamente del Padre, no hecho, ni creado, sino engendrado.
22. El Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, no hecho, ni creado, ni engendrado, sino procedente.
23. Por tanto hay un solo Padre, no tres Padres; un Hijo, no tres Hijos; un Espíritu Santo, no tres Espíritus Santos.
24. Y en esta Trinidad nada hay anterior o posterior, nada mayor o menor: pues las tres personas son coeternas e iguales entre sí.
25. De tal manera que, como ya se ha dicho antes, hemos de venerar la unidad en la Trinidad y la Trinidad en la unidad.
26. Por tanto, quien quiera salvarse es necesario que crea estas cosas sobre la Trinidad.

27. Pero para alcanzar la salvación eterna es preciso también creer firmemente en la Encarnación de Nuestro Señor Jesucristo.
28. La fe verdadera consiste en que creamos y confesemos que Nuestro Señor Jesucristo; Hijo de Dios, es Dios y Hombre.
29. Es Dios, engendrado de la misma substancia que el Padre, antes del tiempo; y hombre, engendrado de la substancia de su Madre Santísima en el tiempo.

30. Perfecto Dios y perfecto hombre: que subsiste con alma racional y carne humana.
31. Es igual al Padre según la divinidad; menor que el Padre según la humanidad.
32. El cual, aunque es Dios y hombre, no son dos cristos, sino un solo Cristo.
33. Uno, no por conversión de la divinidad en cuerpo, sino por asunción de la humanidad en Dios.
34. Uno absolutamente, no por confusión de substancia, sino en la unidad de la persona.
35. Pues como el alma racional y el cuerpo forman un hombre; así, Cristo es uno, siendo Dios y hombre.
36. Que padeció por nuestra salvación: descendió a los infiernos y al tercer día resucitó de entre los muertos.
37. Subió a los cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso: desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
38. Y cuando venga, todos los hombres resucitarán con sus cuerpos, y cada uno rendirá cuentas de sus propios hechos.
39. Y los que hicieron el bien gozarán de vida eterna, pero los que hicieron el mal irán al fuego eterno.
40. Esta es la fe católica, y quien no la crea fiel y firmemente
no se podrá salvar.

Gloria al Padre...
Ant. Gloria a Ti, Trinidad igual, única Deidad, antes de los siglos, y ahora, y siempre (T. P. Aleluya).

V. Señor, escucha mi oración.
R.Y llegue a Ti mi clamor.

Los sacerdotes añaden:

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.

Oremos
Oh Dios todopoderoso y eterno, que con la luz de la verdadera fe diste a tus siervos conocer la gloria de la Trinidad eterna, y adorar la Unidad en el poder de tu majestad: haz, te suplicamos, que, por la firmeza de esa misma fe, seamos defendidos siempre de toda adversidad. Por Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos.
R. Amén.

1. Atribuido a Atanasio de Alejandría (+373) se trata de un resumen de la doctrina cristiana centrado en el dogma de la Santísima Trinidad. Meditando en este símbolo Santa Teresa de Avila encontró ayuda para comprender este misterio: "Estando una vez rezando el Quicumque vult -escribe la santa-, se me dio a entender la manera de cómo era un solo Dios y tres personas tan claramente, que yo me espanté y me consolé mucho. Hízome tan grandisímo provecho para conocer más la grandeza de Dios y sus maravillas..." (Vida, 25, 39. 1).

domingo, 10 de febrero de 2008

LA MIRADA DEL PADRE Y DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO PARA ESTA CUARESMA.


ORACIÓN

Te pedimos, Señor todopoderoso, que las celebraciones y las penitencias de esta Cuaresma nos ayuden a progresar en el camino de nuestra conversión: así conoceremos mejor y viviremos con mayor plenitud las riquezas inagotables del misterio de Cristo. Que vive y reina contigo y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

Convertíos.

De la Carta de San Clemente Primero, Papa, a los Corintios.


Fijemos con atención nuestra mirada en la sangre de Cristo, y reconozcamos cuán preciosa ha sido a los ojos de Dios, su Padre, pues derramada por nuestra salvación, alcanzó la gracia de la penitencia para todo el mundo.

Recorramos todos los tiempos, y aprenderemos cómo el Señor, de generación en generación, concedió un tiempo de penitencia a los que deseaban convertirse a él. Noé predicó la penitencia, y los que lo escucharon se salvaron. Jonás anunció a los ninivitas la destrucción de su ciudad, y ellos, arrepentidos de sus pecados, pidieron perdón a Dios y, a fuerza de súplicas, alcanzaron la indulgencia, a pesar de no ser del pueblo elegido.

De la penitencia hablaron, inspirados por el Espíritu Santo, los que fueron ministros de la gracia de Dios. Y el mismo Señor de todas las cosas habló también, con juramento, de la penitencia diciendo: Por mi vida -oráculo del Señor-, juro que no quiero la muerte del malvado, sino que cambie de conducta; y añade aquella hermosa sentencia: Cesad de obrar mal, casa de Israel. Di a los hijos de mi pueblo: Aunque vuestros pecados lleguen hasta el cielo, aunque sean como púrpura y rojos como escarlata, si os convertís a mí de todo corazón y decís: “Padre”, os escucharé como a mi pueblo santo.”

Queriendo, pues, el Señor que todos los que Él ama tengan parte en la penitencia, lo confirmó así con su omnipotente voluntad.

Obedezcamos, por tanto, a su magnífico y glorioso designio, e, implorando con súplicas su misericordia y benignidad, recurramos a su benevolencia y convirtámonos, dejadas a un lado las vanas obras, las contiendas y la envidia, que conduce a la muerte.

Seamos, pues, humildes, hermanos, y, deponiendo toda jactancia, ostentación e insensatez, y los arrebatos de la ira, cumplamos lo que está escrito, pues lo dice el Espíritu Santo: No se gloríe el sabio de su sabiduría, no se gloríe el fuerte de su fortaleza, no se gloríe el rico de su riqueza; el que se gloríe, que gloríe en el Señor, para buscarle a El y practicar el derecho y la justicia; especialmente si tenemos presentes las palabras del Señor Jesús, aquellas que pronunció para enseñarnos la benignidad y la longanimidad.

Dijo, en efecto: Sed misericordiosos, y alcanzaréis misericordia; perdonad, y se os perdonará; como vosotros hagáis, así se os hará a vosotros; dad, y se os dará; no juzguéis, y no os juzgarán; como usareis la benignidad, así la usarán con vosotros; la medida que uséis la usarán con vosotros.

Que estos mandamientos y estos preceptos nos comuniquen firmeza para poder caminar, con toda humildad, en la obediencia a sus santos consejos. Pues dice la Escritura santa: En ése pondré mis ojos: en el humilde y el abatido que se estremece ante mis palabras.

Como quiera, pues, que hemos participado de tantos, tan grandes y tan ilustres hechos, emprendamos otra vez la carrera hacia la meta de paz que nos fue anunciada desde el principio y fijemos nuestra mirada en el Padre y Creador del universo, acogiéndonos a los magníficos y sobreabundantes dones y beneficios de su paz.

SAN CLEMENTE PRIMERO.